Hoy hablaré de uno de los recursos básicos que poseemos a la hora de crear una experiencia de compra única y memorable para nuestros clientes. Es uno de mis recursos favoritos, quizás el más ambiental y envolvente de todos, capaz de alterar estados anímicos y emocionales. Se trata de la música.

Imagen por mesadecafedamanha.blogspot.com

La música es una de las más importantes herramientas de seducción en el marketing. ¿Qué seria de grandes spots o secuencias de películas sin su inolvidable banda sonora? Un 2001: Odisea en el Espacio sin sus vals de Strauss para flotar hacia el infinito o Indiana Jones sin su John Williams y su subidón, que prepara a cualquiera para toda aventura que conlleve buscar tesoros o enfrentarse a los nazis. No, sin música no sería lo mismo, ¿verdad?

Pues un poder tan grande, como dice Spiderman, conlleva una gran responsabilidad. Así que tenemos que usarla con cabeza... para que nos ayude en nuestro negocio. Sirve para generar confianza entre el cliente y el establecimiento o marca ayudando a crear el ambiente necesario para estimular las ventas.

Hay que tener cuidado al tratar con la música: en un segundo
podemos echar a perder los demás esfuerzos del local

La música amansa a las fieras... o anima a comprar

¿Por qué ponen Kenny G en los ascensores y no Enter sandman de Metallica? Porque obviamente no son lo mismo. Producen una diferente estimulación mental.

La música estimula varias regiones cerebrales, especialmente la encargada de las emociones. Esto se sabe desde la noche de los tiempos donde ya la usaban para inducir trances en rituales de ciertas tribus o para amenizar tabernas o salones de cualquier época.

La música más calmada sirve para relajar, proporcionar sensación de confort y libertad, evocar emociones agradables y crear un apego a la marca. Todo esto influye en el cliente para que, por ejemplo, varíe el ritmo cuando camine o pase más tiempo en el punto de venta. De la misma forma, al estar en un ambiente agradable, es más susceptible a comprar.

Hoy en día grandes superficies tratan este apartado como un elemento más de su branding o identidad creando estrategias musicales propias,donde entre otras formas la usan como reclamo al exterior dirigida a perfiles de clientes muy concretos. Los últimos años han cambiado mucho las cosas en la industria, pero recordaréis que Starbucks incluso llegó a tener una discográfica: querían controlar todo el proceso de la experiencia que venden.

Los centros comerciales cuidan mucho su ambientación...
aunque en Navidad eso suponga tener horas y horas ininterrumpidas de terribles villancicos
Imagen de www.disfrutabuenosaires.com

Desgraciadamente, esta poderosa herramienta no suele ser bien gestionada por muchos negocios hosteleros, donde la relegan a un papel secundario o de escaso valor. Pese a existir compañías que proveen de música, con la oportunidad de crear listas personalizadas o de seleccionar listas ya creadas y orientadas, no es raro ver un local con una música incompatible con su público o entre las sensaciones que transmite y la que quieren hacer llegar al cliente.

Me es frecuente ver espacios esmerados en cuanto a decoración, producto y servicio, pero cuando llegan a este apartado recurren a discos de música chill out o ambientales muy extendidos pero nada personalizados o la listas de éxitos más anunciadas de algún medio, incluso algún empleado que hace sus pinitos como dj o peor aún, un grupo de empleados peleando por imponer su criterio musical lo cual es tan desacertado como no tener criterio alguno.

¿Cómo crear una lista de música que potencie la experiencia de compra?

No es tan difícil, una vez tengas una estrategia de venta y sepas qué quieres transmitir y sigas ciertos parámetros.

Una buena ambientación ha de tener en cuenta el estado anímico del cliente, días de la semana (nuestros clientes no se sienten igual un lunes a las 16:00 que un sábado a la misma hora), la estación del año o fechas señaladas como Navidad y San Valentín. O incluso franjas horarias, en las que se produzcan ciertas características del negocio o la zona.

Se trata, como tantas otras veces, de utilizar el sentido común... y aguantar canciones que no nos entusiasmen por el bien del negocio. Eso sí, para fregar a la hora del cierre, que nadie me quite mi Paint it black de los Rolling Stones.

En fin, en mi perfil de Spotify podéis encontrar algunas de las listas que utilizo yo, dependiendo del local, la hora el público... Espero que os gusten y os sean útiles. ¡Contadme qué os parecen!