El otro día un parroquiano, apoyado en mi barra, me observaba mientras le preparaba un Moi Mai Tai (me propuso que le recomendara un trago y, por su expresión, parece que acerté) y debo reconocer que sentí un poco de orgullo cuando le escuché decirme con, creo, cierta admiración, que ahora ser barman está de moda.
Y eso me hizo reflexionar. Reflexionar y recordar cómo hace años, quiero pensar que aún no tantos, algunos profesores me amenazaban con acabar siendo camarero si no me aplicaba en los estudios. Y, amenazaba. Cómo ha cambiado todo.
Sin embargo, hoy los bartenders están por todos lados, desde revistas de tendencias a reportajes de televisión o radio… como si fuéramos poco menos que estrellas de rock. Y, en algunos casos, nos hemos convertido en iconos de estilo, con gorras, pajaritas pintonas, piercings estudiados, lienzos de los mejores tatuadores… Nada queda al azar.
No quiero que se malinterprete; no estoy en contra de nada de esto, aunque no lo comparta del todo. Porque es cierto que este creciente interés y exposición (con su buena dosis de postureo…) ha ayudado a que esta nuestra profesión sea mucho más aceptada, demandada y valorada por la opinión pública.
Con tanta exposición, me pregunto: ¿sueñan los niños de hoy con ser bartenders de mayores?
El boom de los bartenders
Cuando lo analizo, tiene bastante sentido esto que está pasando. Para empezar, con el modelo económico al que parece que tiende España en estos tiempos de crisis, parece que la hostelería se ha convertido en un refugio laboral de trabajadores de otros gremios, que acaban aquí por necesidad. Ya se sabe: la hostelería es un sector muy activo que tiene un valor muy importante en la Producción Nacional e incide positivamente tanto en el empleo como en la economía en general.Una vez llegado a este punto, para seguir ascendiendo en este campo y especializarse… aparte de cortar jamón, es relativamente sencillo empezar a mezclar y acercarse al barman de turno y hacer tus pinitos, ¿o no? De la misma forma, ofrecer un servicio de coctelería es una solución creativa y lógica a la hora dar valor añadido a un negocio hostelero más tradicional para sobreponerse a los vaivenes de esta crisis económica.
Hoy por hoy la industria de destilados parece más fuerte que nunca: decenas de marcas, muy preocupadas por su imagen, invirtiendo en marketing y publicidad… además de las tiendas de utensilios o moda exclusiva para bartenders y un sinfín de negocios adyacentes, como herbolarios o librerías se han visto beneficiadas con este resurgir o movimiento de la coctelería y los bartender, los que ya estábamos de antes y los que han llegado ahora.
Pero no nos volvamos locos: aunque la mentalidad del público y trabajadores ha cambiado mucho, este trabajo nuestro sigue consistiendo en lo mismo desde hace siglos: Producto, Servicio y Ventas, y ha sido así desde las tabernas frecuentadas por intelectuales del Siglo de Oro español, pasando por el mismísimo Jerry Thomas, al que se le otorga la paternidad de esta profesión desde hace más de un siglo.
Pero también hay cambios que hemos visto con nuestros propios ojos, que ya llevamos unos años en este mundo. ¿Cuántos negocios abren hoy con el subtítulo "BBC"? Sí, ya sabéis: Bodas, bautizos y comuniones…
También hemos vivido en nuestras carnes el deterioro de las condiciones laborales (aunque, por lo que me cuentan, en la misma línea que muchas otras profesiones...), desde la consideración de los festivos hasta las jornadas de cada día, por no hablar de los tipos de contrato... Que sí, que no estamos en las condiciones del Siglo de Oro, especialmente los que tenemos mi color de piel… pero tampoco estamos para tirar cohetes, eso está claro. Pero en fin, de todos estos temas hablaremos largo y tendido en otra ocasión, lo prometo
Sí, amigos, la coctelería está de moda, los modelos de negocio han cambiado, así como la opinión pública, nivel de especialización y apariencia de los trabajadores, su servicio (que en ciertos círculos parece dar más relevancia al servidor que al producto o el cliente) y los clientes, que ahora demandan otro tipo de productos.
Pero ¿hacia dónde llevará todo esto? ¿Adónde iremos a partir de ahora? Debo confesar que tengo fe en que esto seguirá evolucionando… para bien.
Entiendo la Hostelería como un ente vivo, al que no solo afectan crisis económicas, micro y macro ambientes de marketing, modas o postureos, eventos deportivos de interés general o algo tan simple como la lluvia (¿cuántas tardes habéis pasado acodados en vuestro lado de la barra, esperando a que algún cliente atravesara la tormenta y se refugiara en vuestro negocio, para el que habéis diseñado todos los detalles... pero una dichosa borrasca lo fastidia todo?).
Comprendo que la hostelería es una industria poco mecanizada muy dependiente del factor humano, trabajada por y para personas y sus necesidades. Que es una apuesta segura como carrera profesional porque desde tiempos inmemoriales las personas se congregan para beber y ofrecer a sus huéspedes sus mejores tragos, y por supuesto alguna persona, tendrá que limpiar, reponer y recargar o preparar la mise en place del día siguiente.
Deseo que la hostelería siga cambiando, que se permeabilice del elemento principal, el factor humano, que se mejoren los aspectos que van a la contra y que mantenga los que la hicieron grande.
Es un honor, compañeros barman, pertenecer a esta profesión con tanto pasado, con este presente que, pese a todo, recordaremos, y con todo el futuro que está por llegar.
Recordemos el primer mandamiento del decálogo del barman, ha calado hondo a muchos niveles: El barman es un artista y la coctelería un arte que se nutre de espíritu, sabor, aroma y color.
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